Cruzar la
puerta y mirar atrás. Ajena a tu marcha queda la familia, distraída entre
juguetes y tareas, también amistades, de las de hombro, alzando copas hacia ti.
Siguiente puerta, en línea con la anterior, la misma imagen, ahora más pequeña.
Sucesivos quicios, idénticas estampas, minúsculas, hasta llegar a formar un
punto borroso, en medio del primer umbral. La siguiente se cierra inaudible a
tu espalda, es la última y con ella se lleva toda luz. La oscuridad resucita la
primera imagen, despejada, ahora todos te miran por un instante y asienten. Seguirás
vivo en la mención, inerte en la injerencia, presente en el ejemplo. Te
hablaron de paraísos, también de infiernos. Existen, sin duda, y conviven ¿No
lo sabías? Según quién y el porqué, según la razón para evocarte, si por pufos
o sonrisas, deambularás entre edenes o calderas, pero caminarán por ti. Tú ya
te has ido, no padeces, es tu legado y tu suerte. La herencia que dejas la
sufrirá a quien impregnaste de miseria, en cambio te aplaudirá, aún con lágrimas,
quien te anhele. Esa es tu otra vida, la del vacío que dejas, bien surtido de
penas, bien pleno de alegrías.
Blog de relatos en el que devuelvo el abrazo que me regala quien dedica su tiempo a mis líneas.
miércoles, 21 de octubre de 2015
jueves, 8 de octubre de 2015
Dulces sueños
Esta noche, no
es una noche más, es vuestra primera noche de los pijamas y os voy a contar el origen de uno en particular a cuenta de las propiedades mágicas que alberga.
En los tiempos
en que el hombre vivía en las cavernas —y no me refiero a muchas de vuestras
desordenadas habitaciones sino a los cobijos de los trogloditas—, aquellos
hombres que se expresaban con rugidos —y no os estoy describiendo recién
levantados, aunque acertaría—. Como digo, aquellos hombres tan rudos se comunicaban con gruñidos,
gestos y también a través de las pinturas que cubrían buena parte de las
paredes de las cuevas donde se refugiaban. Los expertos dicen de esas pinturas
que tratan de escenas de caza, de bisontes en estampidas y hombres con lanzas
en su persecución. ¿Sabéis a lo que me refiero, verdad? Pues bien, ahora que ya sois mayores puedo revelaros que
esa interpretación siempre fue una interesada mentira. Que los exploradores,
que los investigadores, incluso aquellos que descubrieron las pirámides
escribieron sus informes acerca de otra antigüedad distinta a la real todo para
proteger la historia del pijama mágico.
Sólo unos
pocos conocen el misterio de esta prenda. Se trata en realidad de la búsqueda del primer
pijama, de un enigma que esta noche conoceréis y del que debéis guardar en secreto
pues el futuro de los dulces sueños podría peligrar.
Por lo general os acostáis con uno de vuestros pijamas, incluso con una camiseta corriente,
¿cierto?, y caéis profundamente dormidos hasta el nuevo día. Hasta ahí todo
parece normal y os preguntaréis: ¿qué hay del pijama mágico? En seguida lo
sabréis, pero antes debo contaros la leyenda de un bisonte que poseía una piel
tan agradable al tacto que quien la tocaba sentía al instante el mismo placer vivido de cuando abrazó por primera vez a la persona amada.
Pues bien,
aquel bisonte de piel sedosa fue perseguido, pero como en su apariencia no se
distinguía de los demás la fiebre por su caza llevó a los hombres a organizarse
en batidas. Dieron muerte a todos los que iban descartando para evitar confusiones. Nunca dieron con él y su frustración se vio reflejada en sus
pinturas. Pero un buen día, un joven pastor, recorriendo el bosque en busca de
manantiales donde calmar la sed de su rebaño, se topó con un viejo bisonte.
Aquella bestia parecía buscar un rincón donde descansar para siempre y la presencia
del pastor, en un principio, le incomodó. Pero a pesar de que ya sólo veía por
un ojo supo que aquel jovencito merecía conocer el secreto de su suave piel
pues podía escuchar la bondad en los latidos de su corazón. Fue por ésta razón
por la que le confesó su secreto y le dijo que esa noche, cuando muriese, pues sabía que había llegado su hora, lo desollara y se abrigara por las noches con ese don por el que fue
perseguido. Y al alba así lo hizo el joven pastor, pero lejos de crearse una
manta con la que envolver su descanso decidió coserse un pijama que guardó en
su zurrón.
La mayoría de vuestras noches están repletas
de sueños maravillosos y algunas otras de pesadillas. Y es que el pijama mágico,
del que nadie puede describir su color, su talla, si es de maga corta o larga, si es
entero o de dos piezas, durante la noche, cuando elige a un niño o una niña por
el buen día que ha tenido con sus padres, familia y amigos, se cuela en la
habitación del durmiente y le viste con sus telas sin que éste se dé cuenta.
Entonces, gracias a su magia le traslada al mundo de los placeres, le regala un
profundo descanso y consigue que al amanecer ese niño o niña se despierte con
parecida alegría al día de su cumpleaños o la mañana de los reyes magos. Por
esa razón, cuando nos acostamos después de un día de amables acciones, a la
mañana siguiente nos despertamos con una enorme paz y energía, señal de que el pijama
mágico nos ha visitado. En cambio, con
aquellos niños que durante la semana se han portado mal, el pijama mágico, mientras sobrevuela tejados y balcones, los contempla en su descanso con la esperanza de poder vestirlos la próxima noche si encuentra en
ellos la misma mirada de bondad del joven pastor que lo remendó muchos años
atrás en aquel bosque donde un bisonte le regaló el secreto de los dulces
sueños.
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